Arbusto de copa abierta, de 2 a 4 metros de altura. Su corteza, gris en el tronco y en las ramas viejas, es verde en las jóvenes. Sus hojas, de pecíolo corto, ovaladas o elípticas, de bordes dentados y espinosos, son muy lustrosas y de un color verde obscuro por el anverso y más opacas y pálidas por el reverso. Al refregarlas entre los dedos, despiden un olor desagradable y tienen sabor amargo. Las flores son blancas, pequeñas, solitarias o fasciculadas, de pedúnculos cortos. El fruto, carnoso, del tamaño de una cereza, es de un color rojo carolina y contiene 4 semillas triangulares.

El acebo proporciona una excelente madera: dura, pesada, muy homogénea, de gran duración y resistencia, blanca o —en los árboles viejos— algo rojiza.

Se conoce una especie de acebo —el Ilex vomitoria, L.- originaria de Estados Unidos, que crece en lugares húmedos y sombríos, adquiriendo una figura muy elegante y un aspecto muy vistoso. En España y en el sur de Francia se cultiva este arbusto al aire libre, pero hay que tener cuidado con las fuertes heladas de los inviernos rigurosos.

a. Las hojas de acebo, secadas a fuego suave, se usan en infusión como vomitivo de fácil alcance, cómodo y seguro.

Para obtener dicha liga se pone la corteza en agua durante 4 ó 6 días; después se le quita la epidermis y se conserva la parte interior; se machaca el resto para reducirlo a pasta y se pone en una vasija que debe conservarse en lugar fresco y que fermente durante 10 ó 12 días. Pasado este tiempo, se hace la masa, se lava con agua hasta que desaparezcan los filamentos leñosos y finalmente se vuelve la masa a la vasija echándole un poco de aceite para que se conserve.