FORÚNCULOS
Los forúnculos son pequeñas protuberancias enrojecidas y llenas de pus que se forman en la piel como consecuencia de la infección bacteriana de un folículo piloso (la minúscula cavidad de la que nace cada pelo). Cuando las bacterias (casi siempre estafilococos) penetran en el folículo, los glóbulos blancos acuden a combatirlas, y sus restos, junto con otros desechos, constituyen el pus. A medida que éste se acumula, el forúnculo aflora, y acaba por supurar al cabo de una o dos semanas de su aparición. Si se infectan varios folículos a la vez, dan lugar a un grupo de forúnculos denominado ántrax.
En ambos casos se trata de abscesos externos, que afectan principalmente las zonas vellosas de la piel, o bien, las que se rozan con frecuencia. Otro tipo de absceso es el que se desarrolla en las encías como consecuencia de una caries desatendida (ENFERMEDADES DE DIENTES Y ENCÍAS).
La formación de forúnculos es más común en las personas debilitadas por una mala alimentación y entre las que padecen DIABETES.
Aunque los forúnculos casi nunca tienen consecuencias, pueden tenerlas si se los aprietan; la infección podría extenderse y el pus entrar en el torrente sanguíneo (lo que se manifestaría con fiebre y debilidad general). Además, todo forúnculo que cause intenso dolor, no aflore a la superficie de la piel o no acabe por supurar, así como un ántrax de cualquier tipo, requieren atención médica.
Advertencia Como el pus de los forúnculos es sumamente infeccioso, hay que practicar una higiene escrupulosa si se tiene uno: lavarse perfectamente las manos antes de tocar alimentos y no compartir las toallas propias ni usar las ajenas.
Lo que los terapeutas aconsejar
Remedios populares Se emplean cataplasmas de caolín o de sales de Epson para hacer que madure el forúnculo, y de magnesio para favorecer la supuración. Otra posibilidad es remojar una rebanada de pan blanco en agua o leche hervida, envolverla en gasa, escurrirla y aplicarla caliente sobre el forúnculo.
Naturopatía La principal medida preventiva consiste en adoptar una dieta de alimentos enteros.
Como tratamiento se prescribe un régimen depurativo a base de frutas y verduras crudas durante los primeros dos a siete días desde la aparición del forúnculo. Se recomienda, además, poner especial atención al aseo personal y al cuidado de la piel.
Como remedio local se utiliza una cataplasma de semillas de alholva: hay que triturar una cucharadita de semillas, envolverlas en papel de aluminio y hervirlas durante 10 minutos en una taza de agua; luego se escurren, se ponen en un trozo de gasa y se aplican al forúnculo sujetando la gasa con tela adhesiva. Es posible sustituir la alholva con una rebanada de cebolla horneada y caliente o de limón crudo.
Homeopatía Por lo común se emplea Hepar sulphuris para ayudar a que madure el forúnculo y Silica para hacerlo supurar una vez que se revienta.
Sales tisulares Se dice que el uso alternado de fosfato de hierro y cloruro de potasio durante las primeras etapas previene la inflamación de la piel y la formación de pus. En caso contrario, si la supuración persiste y la lesión tarda en sanar, se utiliza sulfato de calcio.
Herbolaria Según la tradición herbolaria, los forúnculos son manifestación de impurezas internas que conviene eliminar con infusiones depurativas de agracejo, bardana, equinácea, hidrastis o acedera. En cualquier caso se emplea una cucharadita de la hierba por cada taza de agua hirviendo, y se toma una cucharada del remedio cada dos o tres horas.
Como supurativo y cicatrizante se recomienda preparar una pasta con corteza de olmo rojo pulverizada y agua caliente, y aplicarla en forma de emplasto durante varios días.
El punto de vista ortodoxo
Si un forúnculo no se revienta, el médico hará una pequeña incisión para drenar el pus, y quizá prescriba algún antibiótico para evitar que la infección se propague. Si sospecha que el trastorno es síntoma de diabetes, ordenará un análisis de orina.