IMPOTENCIA
En nuestra sociedad existe una estrecha relación entre la capacidad del hombre para lograr y conservar una erección y la imagen que tiene de sà mismo. En parte, esto se debe a la suposición (cierta o falsa) de que el varón debe asumir la iniciativa en el acto sexual, y en parte a que, a diferencia de la mujer, aquél no puede realizar dicho acto sin estar plenamente excitado, es decir, sin tener el pene erecto. Como además se piensa que la reproducción de la especie es imposible sin la participación masculina, no sorprende que los hombres se sientan orgullosos de su capacidad de eyacular y que a la vez teman no poder tener una erección.
Tanto en los hombres como en las mujeres, la excitación sexual se manifiesta con una mayor afluencia de sangre a las zonas genital y pélvica. En el varón, la sangre llena el tejido esponjoso del pene hasta hincharlo y ponerlo rÃgido, o sea, erecto. Este proceso depende de una compleja red de vasos sanguÃneos, de los nervios que los controlan, de cierto equilibrio hormonal regulado por el sistema nervioso y del estado anÃmico de la persona. Si falla alguno de esos factores fÃsicos, neurológicos, quÃmicos y psicológicos, la erección del pene se imposibilita o puede perderse durante el acto sexual. A este trastorno se le llama impotencia y tiene muy diversas causas, entre ellas el ESTRÉS y ciertas enfermedades fÃsicas. Algunos tranquilizantes, antihistamÃnicos y antihipertensores también pueden afectar o impedir la capacidad de tener erecciones, por eso es conveniente preguntar al médico cuáles podrÃan ser los efectos indeseables de esos fármacos antes de tomarlos.
Si el paciente se halla desprevenido al respecto, puede sufrir mucha ansiedad al ver mermado su desempeño sexual, y desarrollar una impotencia de causa psicológica. Autoayuda Además de poner en práctica las recomendaciones señaladas en la entrada alfabética TRASTORNOS SEXUALES, después de un periodo de impotencia se aconseja concentrarse en la reacción del organismo ante la estimulación sexual y experimentar la erección sin llegar al coito para restablecer poco a poco la espontaneidad de la relación.
Lo que los terapeutas aconsejan
Entrenamiento autógeno Esta técnica ayuda a aliviar la impotencia y otros trastornos sexuales. Los ejercicios de relajación mental ordinarios suelen bastar para producir mejorÃa, pero en ocasiones deben combinarse con ejercicios especiales o con alguna terapia ortodoxa. Terapia conductista La prioridad del tratamiento es reducir la ansiedad que genera el coito y eliminar las presiones existentes. La terapia suele concentrarse en el contacto fÃsico (besos, caricias, masaje e intercambios previos), más que en el acto sexual en sÃ. El paciente recibe consejos para culminar la relación erótica una vez que logra tener y conservar una erección. El punto de vista ortodoxo El tratamiento depende de las causas fÃsicas y psicológicas de la impotencia, o bien, si ambas coexisten, hay que determinar cómo interactúan. Además de enseñar al paciente a relajarse, la terapia alopática suele consistir en combatir la causa directa del trastorno. Hoy dÃa se dispone de diversos medios para tratar la impotencia, entre ellos el empleo de bandas inflables que se colocan alrededor del pene para favorecer la afluencia de sangre y alcanzar la erección. Si la incapacidad de culminar el coito no se debe a ningún trastorno fÃsico identificable, el médico recomendará consultar a un experto en el tratamiento de las causas psicológicas de la impotencia que, como hemos dicho, suelen ser la tensión y la ansiedad centradas en la virilidad y el desempeño sexual.