MEMORIA
Los científicos creen que la capacidad de recordar las experiencias pasadas, facultad denominada memoria, guarda estrecha relación con la manera en que los impulsos nerviosos viajan a través del cerebro.
Hay dos tipos principales de memoria, los cuales dependen de sendos cambios en la actividad cerebral: la memoria inmediata o de corto plazo y la memoria mediata o de largo plazo. Hacemos uso de la primera cuando aprendemos, por ejemplo, un número telefónico; si no repetimos mentalmente esta información varias veces, permanece en la memoria sólo unos 30 segundos. La memoria de largo plazo, en cambio, es el acervo de datos que quedan almacenados en forma permanente en el cerebro a través de la repetición (o el aprendizaje) y que podemos recordar a voluntad o a través de asociaciones.
Diversos factores pueden afectar nuestra capacidad de recordar. Las lesiones en la cabeza, por ejemplo, suelen tener como consecuencia una pérdida total o parcial de la memoria, trastorno que los médicos llaman AMNESIA. Dicha facultad también puede ser menoscabada por el alcohol, la nicotina y ciertos medicamentos, como los que se prescriben para combatir el INSOMNIO y algunos trastornos circulatorios. El ESTRÉS, la DEPRESIÓN, la ANSIEDAD, un CHOQUE emocional y la fatiga son otros factores que minan la memoria, y la amnesia en algunos casos es síntoma de HISTERIA.
Al llegar a viejo es normal experimentar cierto deterioro de las facultades mentales, entre ellas la memoria (ENVEJECIMIENTO). En el peor de los casos, dicho deterioro conduce a la llamada demencia senil, la cual se asocia con la pérdida de células cerebrales y de conexiones sinópticas (los puntos de unión entre las neuronas). Si este trastorno se manifiesta antes de los 50 años de edad, puede ser síntoma de la ENFERMEDAD DE ALZHEIMER.
Autoayuda Hay varias medidas para mejorar la memoria. Algunas personas, por ejemplo, han recurrido con éxito a la MEDITACIÓN y al MÉTODO SILVA.
Ciertas pruebas realizadas en un instituto de salud mental de Estados Unidos demuestran que los complementos de colina en la dieta son benéficos para la memoria (unas personas que recibieron una dosis de 10 g de esa sustancia pudieron memorizar una lista de palabras más rápidamente que antes del experimento). La colina es un compuesto que el organismo produce y convierte en acetilcolina, la cual es indispensable para la transmisión normal de los impulsos nerviosos. Quienes padecen la enfermedad de Alzheimer carecen de la enzima que produce la acetilcolina, lo que comprueba que hay un vínculo estrecho entre la colina y la memoria.
La lecitina es la principal fuente alimenticia de colina; la soja, el maíz, la yema de huevo y el hígado la contienen en diversas proporciones. En algunas tiendas de productos naturistas pueden adquirirse cápsulas de lecitina, que deben tomarse en la dosis indicada por el fabricante. Además, la lecitina ayuda a disolver los depósitos de colesterol de las arterias, por lo que también es útil para prevenir TRASTORNOS CARDIACOS y CÁLCULOS BILIARES.
La memoria también mejora si se deja de fumar y no se abusa de las bebidas alcohólicas (ALCOHOLISMO y TABAQUISMO).
Otro recurso es emplear trucos de asociación. Por ejemplo, relacionar una imagen agradable con cada uno de los números (del 0 al 9): para muchas personas es más fácil recordar las imágenes que los números, y mediante ellas es posible memorizar cifras de varios dígitos. Para aprender el nombre de una persona, conviene asociar con ella alguna imagen significativa; por ejemplo, unos árboles frondosos si se apellida Olmos.
Para no olvidar las cosas también ayuda asociarlas en grupos: por ejemplo, quizá resulte más fácil recordar la lista de compras si se agrupan los artículos según su ubicación en el supermercado, con lo cual también se ahorrará tiempo.
Otra opción es imaginar las cosas en lugares o circunstancias que ya se tengan bien grabadas en la memoria. Dichas asociaciones pueden ser visuales, auditivas, tactiles o evocar estados de ánimo. Cuanto más originales sean las asociaciones, más fácil será recordarlas, y a mayor práctica, mejores resultados.
Por último, debe tenerse presente que la hora del día influye en la capacidad de recordar: la memoria de corto plazo pierde eficacia conforme el día transcurre, posiblemente debido al cansancio, mientras que la de largo plazo tiende a mejorar hacia el final del día