Ruda
(Ruta graveolens L.)
Sinonimia:
- Portugués y gallego: arruda.
- Catalán: ruda.
- Vasco: moskatxa, bortusai, albortusai, boskoitz, arroda, erruda.
- Italiano: ruta.
- Francés: rue.
- Inglés: herb-of-grace, rue.
- Alemán: gartenraute, raute.
La más importante se deduce de la acción de la rutina, que aumenta la resistencia de los capilares sanguÃneos, evita su ruptura y las hemorragias consiguientes.
La ruda es rica en vitamina C; pero, como es sabido, la acción antiscorbútica del ácido ascórbico no es tan intensa como la de los limones y pimientos colorados, en los cuales se halla además la vitamina P.
La rutina de la ruda actúa como la hesperetina y el eriodictiol, flavanonas de la hesperidina y de la eriodictina: de dicha vitamina P. Por tanto, la rutina se usa no sólo contra el escorbuto, sino para combatir ciertas hemoptisis, nefritis hematúricas, etc., y en general para prevenir toda suerte de percances producidos por la fragilidad de los vasos sanguÃneos capilares; a este fin, se emplea asimismo en cirugÃa ocular.
El uso más frecuente y popular de la ruda como emenagoga, es decir, para provocar la menstruación o para aumentarla en los casos de insuficiencia, parece bien fundado; a condición de que no se emplee en un momento cualquiera, sino en tiempo oportuno, esto es, cuando normalmente deberÃa presentarse la menstruación. A esta virtud debe de referirse el refrán que dice asÃ: "Si la mujer supiera las virtudes de la ruda, irÃa a buscarla a la Luna". Pero, en todo caso, la dosis empleada debe ser corta, porque esta planta es tóxica.
Además, la ruda ejerce una notable acción sobre las fibras musculares uterinas, y, a ciertas dosis, congestiona los órganos de la pelvis. Como consecuencia de ambas acciones puede provocar el aborto. Esta acción se ha atribuido a la esencia. Otros autores creen que sus facultades abortivas pueden ser simple consecuencia de su toxicidad, que es capaz de acarrear las más graves consecuencias, e incluso la muerte; pero recientemente se ha comprobado que la ruda, aun a dosis no tóxicas, contrae la musculatura uterina (Renaux, 1943).
Otras virtudes de la ruda, más o menos estimadas, son la antispasmódica, la sudorÃfica y la antihelmÃntica.
Al exterior, aplicada en forma de emplastos de la planta fresca y machacada, provoca una gran irritación local; su acción rubefaciente está fuera de dudas.
El aceite de ruda, que goza de tanto crédito en nuestro pueblo, suele prepararse con 2 onzas de ruda fresca, recién cogida, al empezar a florecer. Se machaca en un almirez y se echa en una botella; se le añade 1/4 l. de aceite de olivas, se tapa bien y·se deja la botella a sol y sereno durante cuarenta dÃas, invertida, para que no se pierda la esencia si estuviere mal ajustado el tapón.
Pasado este tiempo, se cuela el aceite por una estameña, procurando dejar en la botella el residuo de agua que suele quedar en el fondo y otros posibles posos. Con este aceite se hacen fricciones empleando un paño de lana bien caliente, que luego se deja encima de la parte dolorida y se cubre con otra tela, contra el dolor reumático.
Para provocar o facilitar la menstruación, el Dr. Leclerc recomienda la infusión de ruda, que se prepara con 1 gr. de hojas por taza de agua hirviendo, de la cual se pueden tomar 2 tazas al dÃa. Si en lugar de las hojas frescas se utilizan secas, póngase sólo 0,5 gr. por taza. Y no se pase de aquà en el uso casero de esta planta. Las demás facultades de la ruda, de la rutina y de la esencia, ha de utilizarlas exclusivamente el facultativo.
Ruda (Ruta angustifolia), apenas reducida.
Históricamente
Como dice Kroeber es natural que una planta de los paÃses orientales mediterráneos y de tan intenso olor llámase al punto la atención de los Antiguos, y que, realmente, fuese una de las especies medicinales primeramente conocidas.
Las virtudes que se le atribuyeron, muy numerosas, el lector podrá verlas detalladas en el siguiente capÃtulo de Dioscórides, que publicamos Ãntegro por tratarse de una especie que tomando la frase de Marzell, defendÃa al hombre incluso contra las fuerzas demonÃacas, y que junto con el romero, le acompañaba desde la cuna a la sepultura. Lo cual queda plasmado en otro refrán español: "En la casa donde hay ruda, no se muere criatura".
He aquà el texto del Libro III, capÃtulo 48 de la "Materia médica" de Dioscórides:
La ruda montana y silvestre es más aguda que la hortense y doméstica, y por eso inútil para comer. Entre las cultivadas, aquella es más agradable al gusto que cerca de las higueras nace. La una y la otra especie caliente, corroe, abrasa, provoca la orina y el menstruo, y restriñe el vientre, asà comida como bebida.
Si se bebe cuanto un acetábulo de su simiente con vino, es remedio contra los venenos mortÃferos. Comidas antes dellos por si, las hojas, o juntamente con higos secos y nueces, les impide todo su efecto. Cómense útilmente, de la mesma manera, contra los insultos de las serpientes.
Comida y bebida, la ruda disminuye la esperma. Cocida con eneldo seco, y bebida, sana los torcijones del viente. Sirve al dolor de costado y de pecho, al corto anhélito, a la tose, a la inflamación del pulmón, a la ciática, a los dolores de las juncturas, y a los temblores paroxismales bebida en la mesma manera.
Cocida en aceite y echada en clister, es útil contra la ventosidad de la madre y del colo y recto intestino. Majada y aplicada con miel sobre aquel espacio que está entre la natura de la mujer y el sieso, restituye a si mesmas las que ahoga la madre.
Hervida en aceite y bebida, extermina las lombrices del vientre. Aplicase con miel contra los dolores de las juncturas, y con higos, contra la hidropesÃa derramada por todo el cuerpo. Sirve a las mesmas enfermedades el vino en que ella hobiere hervido hasta gastarse la media parte, y esto bebido y aplicado como fomentación.
Comida cruda o guisada, clarifica y aguza la vista. Mitiga los dolores de los ojos, aplicada con polenta en forma de emplastro; y aquellos de la cabeza, con vinagre y aceite rosado. Majada y metida dentro de las narices, restaña la sangre que sale dellas.
Aplicada con hojas de laurel, relaja los compañones apostemados, y encorporada con ceroto y con arrayán, es útil a las postillas que salen por todo el cuerpo. Sana los albarazos si se fregan con ella, mezclada con pimienta, vino y salitre. Aplicándose con las mesmas cosas, sana las hormigueras verrugas y las llamadas thymos. Aplicase a los empeines útilmente con miel y alumbre.
Su zumo, calentado en una cáscara de granada y instilado dentro de los oÃdos que duelen, los sana. Mezclado con zumo de hinojo y con miel, y echado en los ojos, sirve contra la flaqueza de la vista. Encorporado con vinagre, con albayalde y con aceite rosado, sana el fuego de Sant Antón, las llagas que van paciendo y las manantÃas de la cabeza.
Reprime la grande agudeza de las cebollas y ajos, si se masca sobre ellos. La ruda montana, comida en gran cantidad, despacha. Cuando la cogen con flor, para echarla en adobo, vuelve luego rojas las manos, hinchando el cuero con una comezón y inflamación muy grande, por donde cumple primero untarse con aceite la cara y las manos para cogerla.
DÃcese que rociándose con el zumo de la ruda, los pollos serán seguros del gato; y que comida aquella que en Macedonia, junto al Olcymo rÃo crece, súbito mata. Es aquel lugar montuoso y muy poblado de vÃvoras. Su simiente bebida es útil a las pasiones intrÃnsecas, y mézclase cómodamente en las medicinas contra veneno.
Tostada y dada a beber su simiente por espacio de siete dÃas a los que no pueden retener la orina, los sana. Su raÃz se dice moly montano.
Es la ruda salvaje semejante a la hortense. Bebida es útil contra la gota coral y contra la ciática, provoca el menstruo y mata la criatura en el vientre. En suma, la ruda salvaje se tiene por más aguda y más eficaz que la hortense, y ansà no conviene comella, por cuanto suele ser muy dañosa.
El comentario que añade Laguna dice asÃ:
Cuando queremos hablar de una cosa notÃsima y familiar a todos, decimos comúmnente que es tan conocida como la ruda, porque no hay ciego que, a lo menos por su olor, no conozca esta planta. Llámase en griego peganon, aunque los antiguos solÃan llamarla rhyte, de donde vino después a llamarse ruta en latÃn, mudada la v en u, lo cual se suele hacer ordinariamente.
Es también muy conocida y vulgar la ruda salvaje, tocada en el presente capÃtulo, por cuanto no difiere de la doméstica sino en ser más aguda y hirviente al gusto, más dura y, sin comparación, más hedionda.
Es caliente y seca la ruda en el grado tercero, y consta de partes subtiles, por donde tiene gran fuerza de adelgazar y resolver los gruesos y viscosos humores, y de provocar el menstruo y la orina.
Majada con vinagre y aplicada a la frente y sienes o dada a oler, despierta los endormecidos de letargia o modorra, y lo mesmo hace su zumo dado a beber o echado en clister. Las hojas de la ruda metidas dentro de un higo con media nuez mondada y con sal, y ansà comidas, son evidente remedio contra la pestilencia y contra todo veneno. Cuando la comadreja tiene de pelear con alguna enemiga serpiente, se harta primero de ruda.
SolÃanla comer los pintores antiguamente a menudo, porque aguza mucho la vista. Plantada la ruda debajo de alguna higuera o enjerida en su tronco, crece más viciosa y más dulce: tanta amistad se halla entre aquellas dos plantas. Dicen algunos que tiene la ruda gran fuerza contra los malignos espÃritus y contra toda suerte de hechicerÃa.
En el ejemplar de Scala coeli del cual nos servimos, las últimas lÃneas, a partir de Dicen algunos... están borradas.
En el capÃtulo dedicado a la comadreja (Libro II, cap. 24), Laguna dice que para luchar contra las serpientes le basta llevar un poco de ruda en la boca. En lo alto de los Pirineos, donde no se da la ruda, hemos podido recoger una fábula parecida a base de otra planta mágica: el cardo corredor.
Los conocimientos acerca de la ruda se difundieron extensamente en Europa. su cultivo avanzó hacia el Norte y traspuso pronto los Alpes. Se cultivaba sobre todo en los claustros, por su fama de antiafrodisÃaco. A este propósito, uno de los llamados padres de la Botánica, Hieronymus Bock, en 1551, recomendaba a los monjes y religiosos que quisieren guardar castidad y conservar su pureza que fuesen constantes en tomar ruda en sus alimentos y en sus bebidas.