La violeta es una planta perenne o vivaz que carece de tallo aparente; las hojas arrancan de la cepa misma y se sostienen por largos rabillos.
Son grandes y con una bonita forma acorazonada; las flores, de color violeta y perfumadas, también se disponen en largos pedúnculos.
Es una planta que se caracteriza por un perfume intenso y una cierta gracia y elegancia.
Por ser tan ornamental se suele cultivar en jardines, aunque la especie silvestre, que es menos llamativa, es la más perfumada y la preferida por la industria farmacéutica.
La planta florece a finales de invierno o comienzos de la primavera, entre marzo y mayo.
En cuanto a su recolección, las sumidades floridas y las hojas se recogen en marzo y abril, mientras que los rizomas se dejan hasta el invierno, que es cuando más cargados están en principios activos.
Una vez recolectados, se ponen a secar en capas delgadas en lugar ventilado y sombreado.
Las flores de violeta son ricas en mucÃlago, poseen trazos de esencia, pequeñas cantidades de ácido salicÃlico y otros compuestos como la violamina.
En la raÃz podemos encontrar además alcaloides como la odoratina, diversas saponinas y ácidos orgánicos.
Se ha empleado principalmente para ablandar la tos y fluidificar las secreciones de las vÃas respiratorias, es decir, para facilitar la expectoración.
El mucÃlago de las flores posee propiedades demulcentes, antitusivas y antiinflamatorias.
Por su parte, del ácido salicÃlico se conocen sus propiedades como analgésico y antipirético; por las saponinas que contiene la raÃz también se ha utilizado para provocar el vómito; por último, los alcaloides de la raÃz ejercen una acción hipotensora.
La precaución a tener en cuenta en relación con esta planta es que, a grandes dosis, sirve principalmente para provocar el vómito, por lo que es desaconsejable su abuso.
Sus flores frescas sirven para la extracción de un aceite esencial perfumado que se utiliza en todo el mundo; es una de las esencias más agradables que existen, utilizada incluso en muchas de las exquisitas golosinas que todos hemos comido de niños.
.- Decocción. Se hierven en 300 g de agua 5 g de raÃces; cuando el lÃquido se ha reducido a un tercio, se endulza con miel o azúcar y se bebe rápidamente.
Excelente para el catarro y la tos.
.- Jarabe. 100 g de flores frescas en un litro de agua hirviendo; después de 12 horas se cuela el lÃquido, exprimiendo bien las flores, y se añaden 2 kilos de azúcar.
Se filtra tras 2 ó 3 dÃas y se guarda.
La dosis recomendada es una cucharada de jarabe cada dos horas.
.- Cataplasma. Para eliminar hinchazones producidas por golpes y contusiones se prepara una cataplasma con hojas frescas, hervidas en poca agua, para aplicar en caliente sobre la parte dolida.
.- Perfume de violetas de un curso casero. Para ello se quitan los pedúnculos a las flores frescas y se desecan rápidamente a la sombra; se vierte sobre una plancha de metal caliente un poco de sal fina de mesa que, al secarse, se mezcla con los pétalos florales.
Todo esto se conserva en un frasco con tapón esmerilado.
Asà obtenemos el perfume de violeta, de múltiples utilidades.
Expectorante. Balsámico. Hipotensor