PSICODRAMA psicoterapia de grupo
Dramatizar situaciones difíciles o embarazosas para expresar sentimientos
El psicodrama es una forma de psicoterapia de grupo en que a la persona se le pide que represente situaciones significativas en presencia de otros pacientes bajo la guía de un terapeuta. Una actriz profesional que disfrutaba más su vida privada cuando podía interpretar personajes desagradables en el escenario fue el motivo de inspiración para el desarrollo de esta disciplina. El psiquiatra estadounidense Jacob L. Moreno, contemporáneo de Freud y educado en Viena (PSICOTERAPIA), había observado el comportamiento de la actriz y dedujo que la expresión de sus sentimientos hostiles en escena era lo que le permitía mostrar el lado positivo de su ser en la vida real.
Moreno supuso que si un grupo de personas se reunía para dramatizar situaciones difíciles o embarazosas, cada una de ellas podría expresar sus sentimientos con más libertad que en circunstancias reales. A partir de esa hipótesis desarrolló esta modalidad terapéutica.
En una sesión de psicodrama, los pacientes interpretan por turnos situaciones de la vida real que los afectan, secundados por otros pacientes que hacen de "otro yo" y replicando lo contrario de lo que los otros dicen.
El psicodrama suele ser una experiencia difícil, pues hace experimentar emociones intensas, así que para evitar los excesos es indispensable contar con la guía de un terapeuta calificado. La función de éste es ayudar a los participantes a interpretar sus actuaciones y a dilucidar la verdadera naturaleza de sus sentimientos. Muchas personas afirman que el psicodrama las ha ayudado a comprender sus actitudes y emociones y a expresarlas de una manera más desenvuelta y constructiva. (PSICOLOGÍA HUMANISTA.)
PSICOLOGIA HUMANISTA
Todo ser humano es diferente a los demás y por eso debe admitir la responsabilidad plena de sus actos y su comportamiento, sean cuales fueren las influencias ejercidas por su constitución genética, su familia, la sociedad y las circunstancias. Ésta es la filosofía en que se basa la psicología humanista, y constituye una reacción contra el egoísmo y la pérdida de valores que prevalecen en nuestro tiempo. Es también un rechazo a las teorías que atribuyen la conducta humana a los temores y los deseos inconscientes, las presiones sociales y las inercias ambientales.
Se dice que la principal fuerza impulsora que hay detrás del comportamiento de cada individuo es la necesidad de alcanzar la "realización personal". La PSICOTERAPIA humanista, que se propone ayudar a la gente a lograr esta meta, reconoce que todo el mundo es influido por factores hereditarios, familiares, sociales y ambientales, pero que la persona goza de libertad para elegir sus modos de actuar y cómo encauzar su vida.
A diferencia de otros especialistas que sólo estudian ciertos tipos de conducta, por lo común en contextos experimentales, los psicólogos humanistas se concentran en los sentimientos y el bienestar general de quienes acuden a ellos, y a los que suelen llamar "clientes", no pacientes. Además, al analizar la naturaleza de la sociedad, tienden a evaluar sus efectos en las personas y las respuestas de éstas ante las presiones sociales.
Las psicoterapias humanistas Estas disciplinas atienden a los problemas vigentes del individuo, sus sentimientos y su reacción ante los hechos de la vida. No tratan de hallar explicaciones objetivas de su conducta, ni hacer una evaluación exhaustiva de sus experiencias infantiles y motivos inconscientes. Más bien procuran desarrollar en él un mayor conocimiento de su modo de ser y la capacidad para comu-nicarse, así como ayudarlo a ver la vida con optimismo.
Los psicólogos humanistas se apoyan en varias teorías, pero todos defienden la doctrina del libre albedrío. Se oponen al psicoanálisis y al conductismo porque conciben al ser humano como víctima indefensa de sus instintos o de factores externos, respectivamente.
Los promotores más importantes del movimiento humanista han sido los psicólogos estadounidenses Carl Rogers (1902-1987) y Abraham Maslow (1908-1970). El primero desarrolló una técnica de intervención llamada terapia centrada en el cliente, en la cual el terapeuta intenta ayudar a la persona a tomar sus propias decisiones, cambiar de actitud ante los problemas de la vida diaria y emplear nuevas estrategias para solucionarlos.
Rogers creía que los problemas surgen cuando el individuo pierde autonomía al convivir con personas que condicionan su afecto y aprobación (sobre todo en la infancia): por ejemplo, un padre cuyas actitudes comunican este mensaje: "Te querré sólo si te portas bien." Además, consideraba que tratar de cumplir con esas normas deja a la persona con un sentimiento de fracaso, le impide expresar sus verdaderas emociones y tarde o temprano provoca trastornos anímicos permanentes.
La TERAPIA ROGERIANA tiene el objetivo de abatir la dependencia respecto de las opiniones ajenas, restablecer la autoestima y ayudar a la persona a hacerse cargo de su vida. Sus adeptos afirman que no se trata de fomentar el egoísmo, sino más bien asertividad y dignidad para que el individuo pueda expresar su afecto a los demás y mejorar sus relaciones con ellos y con la sociedad en general (TERAPIA DE GRUPO).
Por su parte, Maslow se interesó en averiguar qué factores hacen que algunas personas sean más maduras y disfruten de más independencia que otras. Elaboró una lista de las necesidades humanas, desde las biológicas como comer y abrigarse, las emocionales como sentir seguridad y afecto, hasta las sociales como triunfar y tener autonomía. En opinión de Maslow, la realiza-ción individual depende de satisfacer esas necesidades y mantener en armonía todos los aspectos de la personalidad.
Con base en un estudio de hombres y mujeres que alcanzaron el éxito en diversos oficios y profesiones, Maslow propuso una definición de lo que es la realización personal, así como los rasgos de carácter y los comportamientos que conducen a ella. También formuló una concepción optimista de la naturaleza humana, según la cual las personas son sociables y solidarias por instinto y sólo actúan en forma violenta o antisocial cuando no pueden satisfacer sus necesidades primarias.
Las psicoterapias humanistas están encaminadas a ayudar a las personas que están insatisfechas con sus vidas, y para ello las alientan a cambiar de actitudes y maneras de pensar. Los terapeutas procuran indagar qué opinión tiene el paciente de sí mismo (por ejemplo, si se siente confiado o inseguro de sus habilidades); también averiguan si esa autoimagen corresponde a la realidad, y hacen ver a la persona las discrepancias existentes entre su manera de sentir y el punto de vista de los demás (por ejemplo, alguien que tenga un buen empleo o que disfrute de una vida marital armoniosa puede sentirse inseguro a pesar de ello, o una persona puede creer que es amable y sus conocidos opinar todo lo contrario).
Aplicaciones Las psicoterapias humanistas son apropiadas para personas con problemas emocionales que desean ventilar y resolver pero sin tener que profundizar en sus experiencias infantiles. También son útiles para quienes piensan que reaccionan inadecuadamente ante las circunstancias o que tienen dificultades en sus relaciones con los demás, así como para aquellos que sólo quieren disfrutar más la vida o que consideran no haber satisfecho aún sus deseos y ambiciones.
En busca del terapeuta adecuado La psicoterapia humanista no es una especialidad médica. Quienes la practican en nuestro país son psicólogos y psiquiatras que han tomado cursos sobre su aplicación en el campo de las relaciones humanas. Puede recurrir a algún psicólogo de con-fianza, quien le recomendará a la persona o institución idónea.
La consulta Por lo común el cliente y el terapeuta se sientan uno frente al otro y entablan una conversación amistosa y relajada. Este último suele concertar varias entrevistas con la persona antes de comprometerse a ayudarla, y es probable que fije de antemano el número y la periodicidad de las sesiones de terapia.
En la primera sesión el terapeuta averiguará cuáles son los problemas del cliente y por qué decidió acudir a él. También hará hincapié en que el éxito del tratamiento dependerá del paciente pero que él procurará ayudarlo y animarlo a perseverar.
Posteriormente intentará hacer que la persona venza la ansiedad y las dudas que surjan durante la terapia, y esto hará que el cliente recupere poco a poco su autoestima, la confianza en sí mismo y una mayor seguridad para expresar sus emociones y enfrentar las vicisitudes cotidianas.
El punto de vista ortodoxo
Los médicos y los psiquiatras consideran que la doctrina humanista devuelve la confianza a la persona y la hace adoptar actitudes más sanas y responsables. Quienes se han sometido a la psicoterapia confiesan sentirse más satisfechos con la vida y estar mejor preparados para enfrentar los retos que plantea. Pero consolidar el cambio de mentalidad al que lleva el tratamiento no es tarea sencilla, y hay personas que pueden experimentar un sentimiento de fracaso si no obtienen buenos resultados al cabo de varias sesiones, lo que puede inducirlas a abandonar la terapia.