Mezclaremos todo en un mortero (de madera), donde lo picaremos bien, para reducirlo al máximo. Lo dejaremos unas cuantas horas al sol, el gran purificador por excelencia. Al día siguiente lo pondremos todo en un plato de barro y seguidamente lo quemaremos añadiendo sobre la mezcla, una pastilla de carbón instantáneo. Dejaremos que queme toda la mezcla (encender con cerilla de madera) y que el humo llegue a todos los rincones del hogar. No abriremos la ventana durante un par de horas para que la purificación sea más profunda.

Las cenizas las verteremos en el lavabo de casa y seguidamente tiraremos de la cadena para que desaparezcan las posibles impurezas.

Este ritual lo podemos hacer un día a la semana durante todo un mes, empezando en luna nueva y pocurando tener mucho cuidado para evitar un posible incendio en la casa.