EL PODER DE LA RESPIRACIÓN
RESPIRACIÓN Y DESEMPEÑO EXCEPCIONAL
Entonces Yaveh Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices
aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Génesis 2:7.
(Texto tomado de Nueva Biblia de Jerusalén.
En todas las culturas de la historia, la respiración fue considerada la más importante de las funciones del cuerpo. El momento en que cesaba, determinaba el momento de la muerte. Recientemente, y en medio de una gran controversia, la medicina moderna intentó alterar este principio de la sabiduría antigua. El tiempo de vida humano se mide entre el primero y el último aliento. Por encima de esta reconocida supremacía de lo biológico, la respiración también fue universalmente considerada un importante instrumento para el desarrollo físico, psicológico y espiritual.
La respiración siempre se vio como algo más que un simple reflejo instintivo destinado a satisfacer la necesidad de oxígeno del cuerpo. Posiblemente, sólo el mundo occidental mo derno constituya una excepción en este aspecto. Durante milenios, se supuso que la respiración conscientemente controlada puede usarse como una técnica para expandir la energía mental y física. El control de la respiración se aplicó para curar heridas y enfermedades, prolongar la vida y alcanzar estados alterados de conciencia. Técnicas especiales y específicas fueron perfeccionadas con el fin de llevarnos a trascender los límites de las facultades físicas y mentales que experimentamos en la vida cotidiana.
El acto de respirar tiene también una dimensión espiritual. La respiración y la espiritualidad están. en los hechos, indisolublemente ligadas entre sí. Una de las razones por las cuales la espiritualidad perdió su posición sagrada en nuestras culturas occidentales modernas es que, hasta hace poco, nuestro mundo científico tendía a echar la espiritualidad por la borda, como si fuera un lastre. En el siglo XIX, la ideología del materialismo científico, que condujo al rechazo de la espiritualidad, llegó a ser incorporada como pensamiento popular común. Mientras que, cuando se la considera dentro de un contexto cultural e histórico más amplio, constituye en realidad una visión del mundo muy peculiar, fantasiosa y discordante si se la compara con otras múltiples concepciones acerca de la naturaleza del mundo, a las que la humanidad fue recurriendo a lo largo de su historia.
En Occidente, la concepción «científica» del mundo evolucionó durante los últimos 300 años, principalmente bajo la influencia de Descartes, Newton y Darwin. Ellos crearon un modelo mental y objetivo de un mundo totalmente formado por materia inerte. Este conjunto de conceptos, de hecho apartó a los occidentales de la dimensión espiritual de la vida, porque la experiencia mental quedó dominada por modelos de pensamiento materialistas y lógico-racionales. A su vez, las filosofías orientales antiguas han mantenido su integridad, a pesar de que durante un siglo se expandió de manera agresiva, una visión del mundo, «moderna» y reduccionista, que toma a la materia como punto de origen. Las tradiciones orientales, en cambio, parten de la psiquis y de la experiencia espiritual, como la realidad fundamental. Toman en cuenta la unidad de todo lo vivo que hay en el universo, y la unidad entre la humanidad y la totalidad de lo que existe.
Hasta hace muy poco tiempo, estas dos visiones eran, en apariencia, irreconciliables y se las consideraba antagónicas. El occidental medio tendía a creer que la concepción «científica moderna» de la realidad reemplazaría gradualmente las antiguas supersticiones de Oriente. En la actualidad, este supuesto quedó en una posición totalmente invertida. Es un sacudón, nada sagrado, que proviene del interior de la región más sagrada del pensamiento occidental: la ciencia física. A medida que se iba desplegando, durante el siglo XX, la comprensión de lo que implican tanto la mecánica cuántica como la teoría de la relatividad, la física fue ingresando en la visión popular. En busca de un puerto en este aparente caos absoluto, muchos físicos teóricos buscaron un punto de referencia intelectual en Oriente. De allí provienen relatos antiguos acerca de la naturaleza de la realidad fundamental que, a diferencia del materialismo científico en el que fueron educados, ofrecen un contexto más pertinente para los descubrimientos realizados.
Cuando el caparazón de la aparente superioridad intelectual comenzó fisurarse, empezaron a ser revaloradas las formas, varias veces milenarias, que los orientales tienen para describir el mundo. Ya no se pueden descartar como si fueran simples supersticiones porque, en apariencia, brindan una imagen más precisa acerca de la verdad científicamente revelada. Ahora se requiere una ampliación del punto de vista occidental para acomodarlas, y no el movimiento contrario. En algunos casos, las hipótesis de investigación actuales son extraídas de los antiguos textos hindúes y chinos. Una vez más se está cerrando el círculo del mito, la religión y la ciencia, a pesar de la resistencia que ofrecen muchos de los investigadores de la que se considera «ciencia oficial».
También la medicina occidental comenzó a interesarse, por ejemplo, en la acupuntura y en otras técnicas médicas. Aun cuando los efectos que estas producen resulten muy dificiles de explicar, son tomados en consideración con mucha seriedad, porque surgen de una manera completamente diferente de describir el funcionamiento del cuerpo. Por esta y otras razones, comienza a aceptarse que son muy estrechos los límites establecidos para referirse a las facultades humanas, tanto físicas como mentales. Se realizaron investigaciones modernas orientadas a los yoguis de la India y se probó que, mediante el poder de la voluntad, pueden manipular sus funciones corporales en formas previamente consideradas como supranaturales.
Buena parte del interés en las tradiciones orientales manifestado por la medicina occidental tuvo su origen en los problemas del estrés. Este fenómeno parece inextricablemente ligado con el industrialismo y el estilo de vida moderno, y se esparció con ellos por todo el mundo. Ahora está bastante aceptado que las terapias basadas en drogas, aplicadas en general por la medicina de Occidente, no pueden proporcionar una solución a largo plazo para los problemas del estrés y, en los hechos, podría agudizarlos. El problema del estrés está forzando a la medicina a aceptar que la unidad mentecuerpo es real. Para tratar este síndrome característico de la vida moderna, se requieren métodos que restablezcan la armonía natural entre cuerpo, mente y espíritu.
Hace unas pocas décadas que en Occidente fueron introducidas las técnicas de relajación y meditación sólo destinadas a lograr precisamente eso. La mayoría de ellas tiene una gran deuda con las tradiciones orientales, e incluye ejercicios físicos, en los cuales el control de la respiración juega un rol destacado. Esto puede ser apenas el comienzo de una vasta tendencia social que transformará por completo la manera en que distribuimos los recursos humanos. Russell (1984) señala que la agricultura era la principal ocupación económica en el planeta, en el 1900. La industria se fue expandiendo con rapidez a medida que avanzaba el siglo. En Occidente, a comienzos de la década del '70, la información y la comunicación empezaron a ser las áreas de mayor actividad económica. Sugiere que alrededor del año 2000, la economía estará dominada por ocupaciones relacionadas con la exploración y el desarrollo del potencial psíquico de los seres humanos.
El control consciente de la respiración podría jugar un rol central en esta nueva ocupación humana. Aún debemos aprender mucho acerca de los recursos latentes que las técnicas de la respiración podrían liberar en el ser humano. El conocimiento que todos tenemos se fue acumulando durante varios miles de años, especialmente a través de la búsqueda de introspección y meditación. La única tecnología disponible para asistir en este proceso de investigación era muy primitiva. La tecnología moderna nos capacita, por ejemplo, para medir minuto a minuto, los cambios que se van produciendo en la química corporal durante la meditación y otros estados alterados de conciencia. Por lo tanto, se puede confiar en que el progreso a realizar en este campo será aún mayor. Tal vez se demuestre que aprender a respirar de manera adecuada podría ser la llave para acceder al tesoro del potencial que todos poseemos.
Con frecuencia se afirma que sólo usamos el 10 por ciento del total del potencial mental que está a nuestra disposición. Al parecer, esta es una estimación excesiva. Es probable que ni siquiera usemos el 1 por ciento, incluso tal vez se trate del 0,1 por ciento, o quizás menos. Los límites manifiestos del cerebro humano son los límites al uso que nosotros le imponemos, y los límites de aquello que creemos posible (Russell, The Brain Book, 1984).
Desde hace largo tiempo se conoce que, en algunas situaciones extremas, las personas pueden comportarse de maneras extraordinarias (hiperdesempeño), que exceden amplia mente los límites de lo que ellos mismos, o algún observador, podría razonablemente esperar. Madres que, para salvar a sus hijos, levantan autos usando sólo sus manos; personas enterradas vivas que sobreviven, sin comida ni agua, durante períodos increíbles y personas que, en una emergencia, son capaces de recibir señales telepáticas desde el otro extremo del mundo, sobre todo cuando alguien emocionalmente relacionado con ellas está en peligro. Esta lista podría continuar indefinidamente. La evidencia de tales fenómenos es muy convincente. Sin embargo, sólo hace poco tiempo que los fenómenos de hiperdesempeño comenzaron a ser investigados con seriedad, generalmente con la intención de ampliar el rendimiento de los atletas. Los factores comunes asociados con el hiperdesempeño son: situaciones de emergencia, que incluyen fuertes reacciones emocionales y, por parte del que manifiesta el comportamiento excepcional, un tremendo impulso de preservarse a sí mismo o de ayudar a otros.
Actualmente, el elemento psíquico es aceptado como parte del entrenamiento deportivo. No es posible alcanzar los topes de desempeño mediante el simple entrenamiento mecánico del cuerpo. Se necesita poner en juego a la mente. Hasta cierto punto, esto siempre fue reconocido, pero ahora el elemento psíquico está adquiriendo formas explícitas y sistemáticas en lo que se refiere al entrenamiento de atletas. Por ejemplo, si el desarrollo muscular se intensifica con la visualización mental de algunas maniobras: se dice que los resultados son mejores que los obtenidos con el entrenamiento fisico convencional.
Numerosos esfuerzos se están realizando para obtener un cuadro completo de la influencia de la psiquis en el cuerpo. El objetivo principal es identificar los factores cruciales en las ocasiones en que se demuestra un desempeño destacado. Uno de los ejemplos más famosos de marcas tope en los deportes fue el registro mundial excepcional en salto en largo, por parte del norteamericano Bob Beamon -en los Juegos Olímpicos de 1968-; en esa increíble ocasión agregó 21,5 pulgadas a su registro anterior. Errnst Jokl, profesor de Neurología en la Universidad de Kentucky, describió el hecho como «el máximo logro individual que registró la historia del atletismo» y agregó que era «totalmente inexplicable». La propia descripción de Beamon acerca de lo ocurrido no informa demasiado: «Me hallaba asustado. Me imaginé que la presión estaba encima de mí. Estaba entre el tiempo y el espacio». (Watson, 1987).
La última afirmación resulta misteriosa y por cierto indica un estado alterado de conciencia. Un factor significativo en este caso es que estos Juegos Olímpicos se realizaban a mucha altura. Dentro de las tradiciones orientales es muy conocido el hecho de que los lugares altos pueden ejercer un efecto directo en el sistema mente-cuerpo. Se cree que, en los lugares altos, la calidad diferente del aire puede afectar las partes del cerebro que controlan la conciencia y especialmente la provisión de energía a los músculos. Desde hace largo tiempo, las diversas disciplinas del yoga conocen los efectos de los lugares muy altos.
Hace mucho tiempo que se prescriben ejercicios especiales de respiración destinados a cambiar el nivel de la conciencia, que deben ser practicados en sitios de retiro, a gran altura, en las montañas del Himalaya. Recientemente, la investigación también se concentró en las relaciones entre ambos hemisferios cerebrales y las influencias que ejercen en el desempeño máximo. La teoría actual sugiere que los individuos muy exitosos, especialmente los que son calificados como genios, tienen una habilidad excepcional para integrar sus dos hemisferios cerebrales. Cuentan con un acceso inusualmente fácil al lado derecho del cerebro, relacionado con la intuición, pero no sólo sueñan y fantasean: su genialidad consiste en que son capaces de incluir la corriente abrasadora del cerebro derecho en la actividad disciplinada, ordenada, lógica y racional del cerebro izquierdo. Albert Einstein es uno de los ejemplos más conocidos de los tiempos modernos. Aunque la forma final de sus teorías mantiene el rigor matemático, ellas se originan en sueños e imágenes: la teoría de la relatividad fue concebida un día de verano, mientras Einstein estaba acostado sobre la hierba, en la ladera de una montaña, y permitía que sus pensamientos fluyeran libremente. Leonardo da Vinci era otro de esos genios con un «cerebro equilibrado». Aplicaba su asombrosa habilidad artística en la totalidad de las diferentes actividades que desplegaba, pero siempre la combinaba con un pensamiento lógico riguroso. Esto dio por resultado un hecho incontrovertible: obras de arte de valor incalculable y dibujos técnicos de avanzada cuya originalidad se aprecia por completo recién hoy, a partir del actual nivel de desarrollo tecnológico.