Café Coffea arabica, L.
CaracterÃsticas
Arbol originario de la Arabia —("cahúa" en árabe)— de poca altura, con flor semejante a la del jazmÃn. Su fruto es una drupa más o menos carnosa y alargada, con dos núcleos coriáceos y una hendidura longitudinal en la cata ventral de cada semilla, debido a un repliegue de la misma.
Se conocen más de 20 clases de café, provenientes del Asia, del Africa tropical, etc. La planta arábica, un arbusto muy elegante de 2 a 6 metros de altura, es la más importante. Fue introducida por Clieux a la Martinica, lo que causó la prosperidad de esa región. De allà pasó a Santo Domingo, a la isla de Guadalupe y a otras islas adyacentes. Nicolás Lanes la cultivó por primera vez en Jamaica; en 1748, José A. Gelabert la introdujo en Cuba; hoy se cultiva en Brasil, Costa Rica y Ecuador, además de muchos otros paÃses como Java, Ceilán, China, Filipinas, etc.
El café contiene dos sustancias caracterÃsticas: la cafeÃna, su principio más activo y estimulante enérgico, que actúa principalmente sobre el cerebro, aumenta las secreciones, pero no acelera sensiblemente los latidos del corazón; y la caà cono, principio aromático, que afecta al sistema nervioso, exalta las sensaciones y aumenta el trabajo de los órganos que de esas sensaciones dependen.
La cafeÃna se extrae también del té y del mate.
El café tostado, sometido a la ebullición durante algún tiempo, contiene muy poca cafeÃna, nada de cafeona, careciendo, por consiguiente, de las cualidades apetecidas por los que gustan del café, pero en cambio, se trueca en una tisana tónica y en un precioso estimulante para las personas nerviosas y débiles
Preparación
Recomendamos el siguiente método —usado en México— para preparar una bebida de café que resulta deliciosa e inofensiva: En una vasija de porcelana se tuestan 250 gr de azúcar hasta que se vuelva completamente negra; se le incorpora 1 litro de agua, lentamente, en la cafetera rusa, donde se habrán apisonado 250 gr de café (en 10 posible una mezcla de Puerto Rico, Caracolillo y Moka) .
Se guarda luego en una botella de cristal con tapón esmerilado, no tapándola hasta que esté frÃo. Basta una cucharadita de esta preparación, de hermoso color y aroma extraordinario, para una buena taza de leche. No altera los nervios, como sucede con el café concentrado.
Los turcos son los más hábiles para preparar el café en cocimiento a fuego lento, arrimando la cafetera al fuego y provocando la ebullición poco a poco; cuando la cafetera ha dado tres o cuatro hervores, la retiran, dejan que se vaya posando el café y luego lo sirven, dejando de verter al notar que empieza a salir un poco negro.
No se debe hacer hervir el café porque se volatilizan ciertas sustancias aromáticas y, además, la bebida asà preparada produce irritaciones intestinales.
Dicen que el mejor sistema es verter agua hirviendo sobre un colador dentro del cual se ha echado la cantidad proporcional del café molido.
Efectos del café
Las opiniones de los médicos sobre los efectos del café son, en general, muy contradictorias: unos sostienen que es alimenticio e inocuo; otros le niegan esta propiedad y afirman que es tóxico y perjudicial.
En 1850, GasparÃn constató que un grupo de obreros a quienes se daba café y una ración con compuestos nitrogenados podÃan producir mayor trabajo que los que recibÃan una ración mayor, pero sin café.
Jomand se sometió a un ayuno de 7 dÃas no tomando sino varias infusiones diarias de café, de 120 gr cada una; con lo que pudo sostenerse sin dejar ninguna de sus ocupaciones y sin experimentar más trastornos que alguna fatiga y un adelgazamiento poco notorio. Ello se explica por la cafeÃna que disminuye la necesidad de alimentos.
Tissot decÃa que el café era un "veneno agradable"; y Hahnemann lo culpaba de la decadencia intelectual moderna, aunque sin prueba alguna.
Hay personas que desconfÃan del café, considerándolo como un tóxico de lentos efectos. Esta idea, originarla por la falta de conocimientos, no puede ser más errónea. En realidad el café, lejos de ser nocivo para la salud, ejerce una influencia favorable, tonificante y estimulante sobre el sistema nervioso. Tal es, al menos, la conclusión categórica del sabio francés Buchet, tras largas y asiduas investigaciones.
A ello debemos agregar la opinión del profesor Ralph H. Cheney, de la Universidad de Nueva York: "La evidencia derivada de los estudios que yo he practicado sobre los efectos del café en los hombres y en los animales, indican que es altamente ventajoso sobre un 90 por ciento de los individuos normales. Estoy de acuerdo con que la cafeÃna es un alcaloide, y que se puede abusar de su uso, pero para que llegue a ser nociva a la salud, tendrÃa un individuo que beber unas 150 tazas, lo que es, por cierto, ridÃculo pensarlo. Son innegables los efectos psicológicos del café por la satisfacción que produce en el que lo bebe; y sus efectos fisiológicos son reparadores más bien que nocivos. También, generalmente, es un alivio temporal del hambre y de la fatiga, y de los dolores de cabeza pasajeros, producidos por disturbios gástricos. El café sirve, además, como un estimulante benigno para el corazón, el cerebro v los músculos, obteniéndose un mayor rendimiento en los esfuerzos de coordinación mental y fÃsica.
Como punto más interesante sobre la tesis que sostengo en favor del café —termina el profesor Cheney—, es la ausencia absoluta de sus efectos posteriores, o más bien dicho, que el aficionado no vuelve a un perÃodo anormal. No parece que este producto tienda a formar costumbre, ni que como agradable estimulante necesite gradualmente de mayores cantidades para producir efectos. Ninguna otra bebida produce esta excitación sin posteriores resultados desastrosos". En todo caso, el lector es libre de optar por la opinión que le parezca mejor.
Una infusión ordinaria de 15 gr de café tostado, tomada caliente, acelera el pulso, produce sensación de calor general, es diurética, acelera un poco la respiración, hace más frecuentes las contracciones del intestino, más impresionables los sentidos, más viva y ligera la imaginación. En dosis moderadas, el café estimula la digestión, la circulación y las funciones del cerebro.
Lo que parece cierto es que es mejor el café puro que el café con leche. Por poseer propiedades astringentes, el café retrasa la digestión de la leche; su tanino precipita las materias albuminosas formando con ellas compuestos insolubles, requiriéndose, en consecuencia, mayor secreción de jugos gástricos, lo cual fatiga al estómago. El café con leche alimenta de un modo ficticio y disminuye el apetito, porque el estómago queda lleno mucho tiempo sin producir fuerza ni desarrollar actividad. Está bien tomar café con leche de cuando en cuando; pero no se debe esperar que esta bebida recupere las fuerzas.
El que escribe esto, recuerda esos tiempos en que mucha gente se alimentaba por las mañanas con un buen caldo en que echaban un par de panes; o de aquel ulpo, tan nutritivo y de fácil digestión, que se solÃa tomar en Chile al desayuno.
Un vaso de agua frÃa después de una taza de café con leche ayuda a su digestión: ello se debe a que el agua diluye ese peso inútil que ha acumulado el estómago.
En sÃntesis, conviene tener presente que:
a. El café no produce los mismos efectos sobre distintas personas.
b. No se debe abusar del café: en dosis excesivas, el café enerva, produce insomnios, vértigos, náuseas, temblores, embotamiento, fiebre, cierta embriaguez peculiar, alteraciones de la vista y del oÃdo, a veces somnolencia, narcotismo y hasta delirio, y muchos otros trastornos.
c. No deben consumir café los que saben que no les sienta bien, especialmente las personas muy nerviosas, las predispuestas a enfermedades nerviosas o mentales, a la epilepsia o al histerismo, las de digestión difÃcil o dispepsia, y las que están predispuestas a afeccionas cardÃacas o renales.
d. El café es, sin discusión, perjudicial a los niños.
Uso medicinal
Además de las propiedades estimulantes y tónicas del café, ya mencionadas, podemos agregar las siguientes:
- Se ha descubierto que el polvo de café bien molido es uno de los mejores antisépticos que se conocen. En la gran guerra europea ha curado heridas rebeldes y con amenaza de volverse gangrena, espolvoreándolas con dicho polvo.
Las propiedades desinfectantes del café fueron indicadas por Weber observando que colocando en una habitación café recientemente tostado, desapareció el olor de un trozo de carne en putrefacción, como también el olor del amonÃaco, del almizcle, del hidrógeno sulfurado. También, mezclándolo con medicamentos repugnantes, se disimula su mal gusto.
Se ha comprobado también, después de numerosas observaciones, que el café puro, tomado en ayunas, es el mejor preservativo contra las enfermedades contagiosas.