Cafe (Coffea arabica)
Las hojas, de 10 a 15 centímetros de longitud, son ovales y coriáceas, lisas y brillantes por encima y pálidas por debajo, estando sostenidas por cortos peciolos y muy parecidas a las del laurel común. Sus flores, axilares, son blancas o ligeramente violáceas y se hallan constituidas por un cáliz de cinco dientes y una corola tubular de cinco lóbulos con cinco estambres y un es- tilo bífido, con un olor suave y agradable. El fruto es una drupa roja redondeada u oval que contiene dos semillas gris-verdosas unidas por su cara plana que contiene una ranura longitudinal.
Cuando los frutos adquieren un hermoso color rojo vivo, se separan las semillas de la pulpa carnosa y se conservan en un lugar seco y bien aireado. No deben tostarse hasta el momento del consumo.
El cafeto empieza a producir a los cuatro o cinco años, y rinde cosechas hasta los 30 o 40, e incluso más si se poda adecuadamente, y en los países de calor excesivo se protege del sol por otros árboles, generalmente álamos. Se siembra en los equinoccios de primavera o de otoño –según los países– reemplazando cada año los árboles muertos a causa del calor del sol.
Hábitat
Sólo precisa calor y humedad, y hoy día se cultiva ampliamente en los países tropicales y sub-tropicales, especialmente en México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Brasil, Costa de Marfil, Angola, Uganda, Etiopía, Guinea e Indonesia.
Principios activos
El café contiene más de un millar de sustancias químicas distintas, siendo las principales la cafeína (del 1 al 3 %), un aceite fijo (del 10 al 13 %), tanino (del 2 al 5%) y pequeñas cantidades de glucosa y dextrina.
El principal principio activo es la cafeína (alcaloide del grupo de las xantinas). La variedad arábiga, que se cultiva en América del Sur y África, es la más aromática y contiene entre el 1 y el 1,3% de cafeína, mientras que la variedad robusta, originaria del oeste africano contiene entre el 2 y el 3%.
Efectos
La similitud química entre la cafeína y la adenosina hace que la primera ocupe los receptores destinados a la segunda, impidiendo su acción frenadora de la excitabilidad. Por ello sus acciones son múltiples, y si bien no tiene ningún valor nutritivo ni es necesaria para ningún proceso fisiológico, con su consumo se consigue un aumento de la fortaleza, la disminución de la somnolencia y la fatiga, una estimulación del sistema nervioso, la excitación del centro respiratorio bulbar, dilata los bronquios y los vasos sanguíneos, incrementa la frecuencia y la fuerza de contracción del corazón (a veces con arritmia), la secreción ácida estomacal, la formación de orina y, sobre todo, levanta el humor y produce una mejora del rendimiento físico y mental.
También debo destacar su empleo en forma de cocimiento fuerte en el tratamiento de las intoxicaciones con alcaloides o alcohol, y como estimulante cerebral; en medicina se emplea un jarabe compuesto de 5 gramos de extracto fluido de café, 0,2 gramos de ácido cítrico y 95 gramos de jarabe simple, del que se toman de 10 a 30 gramos contra las diarreas; también se incluye en preparados farmacológicos, particularmente en combinación con analgésicos como la aspirina o el paracetamol, y combinada con ergotamina es un buen preventivo contra las migrañas.
Preparación
Para su consumo ante todo debe tostarse, con lo cual se libera la cafeína y se desarrolla un aceite pirogenado que es el que le comunica su sabor y aroma característicos.
Su preparación es distinta según los países; así, los árabes prefieren triturar el grano y hervirlo directamente en agua, tomándolo casi hirviendo, con las partículas en suspensión y sin mezcla alguna, ni de azúcar, lo que da origen a una bebida muy cargada que puede contener hasta 400 miligramos de cafeína por taza.
En cambio, en Occidente se usa una infusión fuerte o suave, segun las preferencias, y además figura en la composición de las bebidas estimulantes, como la coca-cola, la pepsi-cola y sus derivados.
El contenido en cafeína depende de la preparación, así, después del café árabe, con su contenido de 400 miligramos por taza, situaremos en orden descendente la taza de café exprés fuerte, con 190 miligramos, la taza de café suave (tipo americano) con 85 miligramos, la lata de coca-cola, con 50 miligramos y la lata de pepsi-cola, con 40.
Se calcula que los efectos máximos de la cafeína se alcanzan entre 30 y 45 minutos después de consumirlo, y su metabolismo puede alcanzar de tres a siete horas, excepto en mujeres que se hallen al final de la gestación, en cuyo caso se duplica.
Observaciones
Aun cuando no existe una dosis ideal, se considera prudente no sobrepasar las tres tazas diarias de café fuerte, en cuyo caso no tiene efectos indeseables de importancia, pero debe ser evitado por ciertas personas con hipertensión, arritmias cardíacas, úl-:era activa, ansiedad o hiperexcitabilidad, trastornos del sueño, hipertiroidismo, nefropatías y las mujeres embarazadas.
En este último caso, una investigación realizada por la Universidad de Montreal pone de manifiesto que el consumo excesivo de cafeína durante el embarazo se asocia a un incremento en el número de abortos espontáneos, y a mayor dosis de café, té ;) bebidas de cola, mayor es el riesgo de que se produzca un aborto.
La intoxicación producida por un consumo masivo de café acarrea trastornos nerviosos con dolor de cabeza y temblores, así como también perturbaciones psíquicas que pueden conducir a verdaderos estados alucinatorios.
Al igual que lo que ocurre con otras drogas, las personas que consumen cafeína regularmente desarrollan una tolerancia a esta sustancia. Por ello, deben incrementar las dosis para conseguir un efecto estimulante similar, y los grandes consumidores de café –por ejemplo, las personas que toman más de cinco tazas diarias– pueden presentar síndrome de abstinencia si interrumpen bruscamente su ingestión. Los principales síntomas son dolor de cabeza, ansiedad, cansancio y disminución del rendimiento psicomotor. Estos síntomas empiezan a notarse entre 12 y 24 horas después, alcanzan su cénit hacia el segundo día y duran aproximadamente una semana.
También se cuestiona si la cafeína debe ser considerada una droga capaz de producir dependencia; sin embargo, no existen datos que puedan confirmarlo, y en todo caso debe ser prácticamente nula.