Baño
de vapor de pecho y cabeza
Las propiedades medicinales y los efectos curativos de los baños de vapor se han demostrado insuperables en tan numerosos casos y en tan variadas ocasiones y de diversas clases son los baños de vapor que la medicina recomienda, según sea la extensión y la clase de enfermedad que se trata de combatir, dividiéndose esencialmente en generales (de todo el cuerpo) y parciales (sólo de una parte del cuerpo). Por su naturaleza, por sus fundamentos, por sus efectos y por !os detalles que su aplicación requiere, la descripción de estos baños no corresponde a la presente obra.
Según los casos (enfermedades febriles y otras dolencias que obliguen a guardar cama) el baño de vapor de pecho y cabeza puede tomarse en la misma cama; pero generalmente, la manera más apropiada de tomarlo es fuera del lecho. Se coge una sábana y una manta de extensión suficiente para cobijar bien al enfermo estando éste sentado en una silla o taburete ordinario, de manera que el reducto que formen en torno al enfermo no deje abertura ninguna por la que pudiera escapar el vapor, del baño. El enfermo, sentado en una silla o taburete y cubierto con las indicadas manta y sábana, coloca frente a sl, en otra silla o mueble adecuado, la olla o puchero que ha de producir el vapor. Mientras dura el baño, la producción de vapor debe ser continua, sin cesar un solo momento; para lograrlo recomendamos uno de los dos sistemas siguientes: utilizando un fogoncito de electricidad o valiéndose de un gran puchero de barro precisamente. Para los que tienen a mano un fogón eléctrico, pondrán la olla con agua sobre el mismo (el agua debe de haberse calentado antes). E introducirá todo ello debajo de la sábana.
Asegure una continua producción de vapor y el baño podrá durar todo el tiempo necesario. Los que no dispongan del fogoncito eléctrico, no deben usar, para mantener la temperatura del agua, ninguna otra clase de fuego (ni leña, ni carbón, ni petróleo, etc.), puesto que las emanaciones a que éste darÃa lugar son sumamente peligrosas; emplearán un puchero de barro, más bien alto que ancho, de paredes recias de unos cinco litros de cabida. Otra persona que no sea el enfermo, lo colocará al fuego, lleno de agua, lo dejará hervir un par de minutos y sin perder tiempo lo llevará frente al enfermo y debajo de la sábana; éste, por medio de una tapadera, regulará la salida del vapor que, el puchero da en abundancia, abriendo poco a poco la olla. También poco a poco acerque más la distancia a! recipiente, para que resulte más constante el efecto del vapor. Los grandes pucheros de barro guardan el calor durante mucho más tiempo y, por lo general, dan vapor suficiente para practicar un buen baño (de media hora aproximadamente); si no bastara, se prepara otro puchero durante el baño para sustituir al primero en el momento preciso.
Para tomar el baño de vapor de pecho y cabeza, el enfermo debe estar desnudo hasta la cintura, a fin de que el vapor actúe al mismo tiempo sobre la piel. Además, el vapor debe ser respirado intensamente a través de !a nariz y de la boca, con lo cual los efectos llegan hasta los bronquios más pequeños.
El baño de vapor de pecho y de cabeza provoca un sudor rápido y abundante. Una vez terminado el baño hay que quitar el sudor de la cabeza y del pecho por medio de un trapo mojado en agua
frÃa. En muchos casos es conveniente continuar en cama la sudación que el baño ha iniciado, para lo que bastará arropar bien al enfermo.y administrarle, si se desea, una tisana sudorÃfica.
La duración del baño puede ser de 10 a 30 minutos; pero no hay inconveniente en prolongarlo más si se desea. Asimismo, puede practicarse una o dos veces al dÃa, según la gravedad de la enfermedad.
Si el vapor del baño por sà solo posee notables efectos terapéuticos, éstos pueden mejorarse notoriamente añadiendo al agua ciertas plantas muy apropiadas para ello (eucalipto, abeto, romero, yemas de abeto, menta, malvavisco, sauco, regaliz, etc., etc.); éstas incorporan al vapor sus principios volátiles, con lo que la acción del baño sobre las vÃas respiratorias se multiplica considerablemente. Con el fin de que el enfermo no se encuentre desorientado frente a estas indicaciones, toda vez que por desgracia no han logrado aún la popularidad que por sus efectos curativos tienen bien merecida, debemos hacer sobre el particular las siguientes advertencias: