Ajo - Tónico y regenerador
El papiro de Ebers, de unos 3.500 años de antigüedad, reseña casi 800 fórmulas médicas, 22 de las cuales citan al ajo como el ingrediente básico para aligerar el dolor de cabeza, acabar con los parásitos intestinales o tratar las mordeduras de insectos. Y algunos autores afirman que sin el ajo no se hubieran construido las pirámides, lo que considero exagerado, pero lo cierto es que el ajo era parte indispensable en la comida de sus constructores.
Una leyenda hindú cuenta que en sus orÃgenes el mundo bullÃa de dioses y demonios entremezclados. Todos buscaban con afán el más valioso de los tesoros, el néctar, que se escondÃa en las profundidades del océano. Muchas fueron las cosas que sacaron a la superficie dioses y demonios, hasta que uno de ellos logró encontrar el preciado néctar. A su vista se enzarzaron en una terrible lucha por beberlo, hasta que Visnú, el dios creador del Universo, vino a poner orden y distribuyó personalmente el néctar entre todos los dioses.
Astutamente, uno de los demonios se disfrazó de dios, y antes de que Visnú se diera cuenta recibió su cucharada de néctar. Sin embargo, descubierto en el acto, y antes de que pudiera tragar el néctar, lo decapitó de un tajo de su espada. El néctar cayó de su boca al suelo donde nació una planta, el ajo, dotada de las propiedades maravillosas del néctar. Asà pues, el ajo resultó semejante al néctar, aunque no exacto, ya que habÃa estado unos segundos en la boca de un demonio, lo que le confirió su olor y sabor caracterÃsticos.
Actualmente se le sigue considerando en la India como uno de los elementos principales de la medicina tradicional ayurvédica, que lo define como un poderoso equilibrante e incrementador del poder metabólico del cuerpo, y un acrecentador del vigor corporal y sexual.
En China, ya figura en el Calendario de los Hsia, un libro que se supone escrito hace casi 4.000 años; y según la tradición, una vez que el emperador amarillo Hoang-Ti escalaba una montaña, salvó la vida de uno de sus cortesanos que habÃa comido una planta venenosa gracias al ajo silvestre.
La medicina tibetana, tan antigua como su historia, nos informa de que «El ajo tiene un efecto terapéutico sobre la flema y el aire. Aumenta la fuerza de la sangre, aunque no tenga un efecto directo sobre ella; es bueno para la hipertensión y el insomnio».
La medicina siberiana, en la que se mezclan el racionalismo occidental y los secretos de los chamanes del Asia Central, atribuye al ajo un poder sedante sobre el sistema nervioso y lo utiliza hervido con leche para curar los espasmos y la angustia; y dice que en la hipertensión, un ajo hervido con leche hace maravillas si se asocia a una dieta apropiada. Y también hervido con leche hace milagros en la tosferina y los resfriados. Pero además, lo recomienda a las personas de edad en forma de curas bianuales de una maceración alcohólica.
En la Odisea, Homero dice que fue el dios Hermes quien dio a Ulises el ajo para protegerse de los encantamientos de Circe; quizás sea de aquà de donde proviene la idea moderna que lo convierte en la mejor arma contra los vampiros.
Los griegos le llamaban «la rosa fétida» y los atletas hacÃan verdaderas curas de ajo antes de practicar sus ejercicios atléticos, pero tenÃan prohibida la entrada al templo de Cibeles mientras no eliminaran su fétido olor.
Las legiones romanas consumÃan ajos regularmente, de los que sacaban fuerza, coraje y una notable resistencia ante las distintas fiebres que encontraban a su paso.
Y también Hipócrates, Galeno, Virgilio, Dioscórides y Plinio el Viejo, por citar sólo algunos autores clásicos, lo recomiendan como condimento y por sus propiedades tónicas, curativas y afrodisÃacas.
Más cerca de nosotros, Nicolás Culpeper, médico inglés del siglo XVII nos dice: «El ajo está gobernado por Marte y fue considerado en la antigüedad como el tónico de los pobres y se pensaba que era capaz de curar todas las enfermedades y heridas. En las mujeres hace orinar y provoca las menstruaciones. Protege de la rabia y de las mordeduras venenosas; elimina las lombrices en los niños, elimina las flemas, purga la cabeza, elimina la letargia y trata las úlceras externas, los granos y las manchas de la piel, calma los dolores de cabeza... Es bueno también para el malde ictericia, vértigos, calambres, convulsiones, hemorroides y otros desórdenes frÃos...».
Manjar de dioses, condimento plebeyo y curalotodo universal, el ajo puede tener amigos o enemigos, pero no deja a nadie indiferente y mantiene en la actualidad su tradicional carisma de planta medicinal y beneficiosa, con la única salvedad de que actualmente es el centro de atención y estudio de muchos investigadores en todo el mundo. Para hablar de él se organizan congresos cientÃficos internacionales dedicados exclusivamente a exponer los nuevos conocimientos sobre las propiedades curativas del ajo. Cada vez se conocen mejor las sustancias que lo componen y cuál es su acción beneficiosa sobre el metabolismo humano. El olor, desagradable para muchos y que ninguna de has múltiples recetas populares logra eliminar, porque su principal componente, el disulfuro de alilo, no sólo se elimina por la orina sino también por la piel y los pulmones, por fin ha conseguido ser eliminado de los productos medicinales basados en el ajo.
Los resultados de estos estudios han sido lo suficiente prometedores como para dar origen al desarrollo de una verdadera industria del ajo. Por poner un ejemplo, una empresa alemana ha construido todo un laboratorio dedicado exclusivamente a la producción de preparados médicos a base de ajo, utilizando las técnicas más modernas para la fabricación, embalaje y comercialización de los millones de grageas de polvo de ajo con un contenido uniforme de principios activos y destinándolas tanto al consumo interno como a la exportación.
Nombre botánico
Es el Allium sativum, de la familia de las Liliáceas.
Sinónimos
All (catalán); Ail (francés); garlic (inglés); Knoblauch (alemán); aguo (italiano); Alho (portugués); soom (árabe), tchesnok (ruso); lasuna (sánscrito).
La planta
Es un bulbo redondeado compuesto de numerosos gajos, llamados dientes; sus hojas son radicales, largas, alternas, comprimidas y sin nervios aparentes. Del centro de las hojas surge el tallo, rojizo y casi hueco, que crece hasta una altura de un par de palmos y en cuyo extremo se desparraman las flores, contenidas en una espata membranosa que se abre longitudinalmente.
Cuando va a florecer, el tallo se encorva y las flores, blanquecinas o rojizas, se mezclan con diminutos y numerosos bulbitos en el ramillete floral. El fruto lo constituyen unas pequeñas semillas, negras y casi redondas.
Su cultivo requiere muy pocos cuidados; durante su perÃodo vegetativo es suficiente escardar dos o tres veces superficialmente la tierra para eliminar las hierbas que pudieran empobrecer su crecimiento, y en el mes de junio es conveniente tronchar la extremidad de los tallos para favorecer el desarrollo del bulbo. Hacia julio las hojas amarillean y se secan, siendo el momento de arrancarlos, dejarlos secar unos dÃas y guardarlos.
Hábitat
Según ciertos indicios, lo más probable es que el ajo apareciera por primera vez en Djungaria, en las montañas asiáticas del Ala Tau, por donde desfilaron las hordas de Gengis Khan; sin embargo, mucho antes de las grandes invasiones de los mongoles, ya se habÃa extendido su fama y su cultivo por todo el mundo, donde se cultiva en ingentes cantidades.
Principios activos
Puesto que existen más de doscientos compuestos quÃmicos en el ajo, el primer paso consiste en determinar cuál de ellos es el responsable de sus efectos beneficiosos. La proporción en que se encuentran estos compuestos varÃa según se trate del ajo natural, del aceite de ajo o del ajo procesado en condiciones especiales y que da lugar al llamado envejecido. Este último es el que se utiliza como base de algunos productos utilizados con fines medicinales.
En la composición del ajo debe destacarse su aporte en carbohidratos, yodo, (94 miligramos por cada 100 gramos) y en vitaminas A, B y C. También contiene un aminoácido azufrado inodoro llamado aliina, quÃmicamente relacionado con la cisteÃna, que por la acción de un fermento contenido en los propios ajos, la aliinasa, primero se convierte en aliicina y después enbisulfuro de alilo, que es la sustancia responsable de su penetrante olor.
Efectos
En el proceso de envejecimiento, la aliina y la alicina se transforman también en diversas sustancias (alilcisteÃna entre ellas), a las que se considera responsables de las propiedades beneficiosas del ajo debido, al parecer, a su marcado potencial antioxidante, o dicho en otras palabras, a su capacidad para eliminar algunas de las toxinas que nuestro propio organismo produce.
Es sabido que algunos de los metabolitos de la molécula de oxÃgeno llamados radicales libres son tóxicos, y que las llamadas sustancias antioxidantes (bien sean enzimas propios del organismo o productos exógenos como las vitaminas E y C, betacarotenos o los compuestos azufrados tales como la cisteÃna) ayudan a eliminar el exceso de radicales libres que se producen en nuestro organismo cuando se ve expuesto a tóxicos como el tabaco, los pesticidas, las radiaciones o algunos aditivos alimentarios.
Según estudios realizados en animales, estos radicales libres parecen jugar un papel importante en la aparición de ciertos tumores y se han asociado incluso con el proceso de envejecimiento celular.
Otros beneficios que se atribuyen a las sustancias integrantes del ajo consisten en la reducción del colesterol circulante (efecto que al parecer no es inmediato, sino que sólo se observa después de mantener una ingesta continuada a lo largo de varios meses) o la disminución de la agregabilidad de las plaquetas.
Asà pues, los productos del ajo parecen tener un efecto beneficioso para reducir el riesgo de infartos, limpiar las toxinas del organismo y reducir el colesterol circulante. En este sentido, una investigación realizada por un equipo del Instituto de TecnologÃa de Illinois, ha sido recibida con optimismo.
El ajo es uno de los primeros componentes alimentarios «del que tenemos pruebas sólidas de que puede llevar a la prevención del cáncer» ha afirmado Michael Wargovich, que realiza estudios para el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Uno de los principales atractivos de los componentes del ajo está en su aparente inocuidad. Esta caracterÃstica permite albergar la esperanza de administrarlos a altas dosis con efectos secundarios despreciables.
Otro ensayo reciente realizado en Alemania ha revelado que, en pacientes que ingerÃan 800 mg. diarios de un preparado a base de extracto de ajos, a los cuatro meses se observaba un descenso en las cifras del colesterol y de triglicéridos del 12 y el 15% respectivamente. En otro estudio se comprobó que el ajo reducÃa significativamente la tensión arterial. Hay que demostrar ahora que este efecto sobre ambos factores de riesgo cardiovascular se acompañan de una reducción en la mortalidad por dicha causa.
El ajo crudo es bacteriostático y bacteriolÃtico. Tiene una importante actividad sobre el aparato circulatorio, pues regula los lÃpidos sanguÃneos, depura la sangre y tiene acción anticoagulante. Y ya se sabe que la «sangre lÃquida» es sÃmbolo de salud. El ajo también acostumbra a enmendar alergias y afecciones de carácter genitourinarias. Estimula y desinfecta el intestino y apacigua las encÃas inflamadas y sangrantes, pero también se le atribuyen propiedades beneficiosas para las infecciones, el asma, la artritis e incluso para la falta de apetito. En los últimos años, y en lÃnea con una medicina natural en expansión que afirma que los ajos crudos, machacados y macerados en limón, despliegan todo su poder natural, comienza a entrar también en la industria sanitaria y se buscan las bases cientÃficas de una sabidurÃa popular que liga el ajo con la salud.
Preparaciones
El ajo puede tomarse de todas las formas imaginables, ya que a sus propiedades curativas hay que añadir las que posee como condimento, lo que facilita tomarlo como desayuno en forma de unas tostadas con ajo y aceite, o como condimento a base del popular all-i-oli (ajiaceite) mezclado con infinidad de comidas. Lo importante es consumir dos o tres gajos diarios, en la forma que sea.
Tintura
De todas formas, la manera más práctica y que cada dÃa se extiende más por la comodidad que representa para quienes se realisten a masticar el ajo, es la tintura alcohólica que se obtiene en la siguiente forma:
Se toman 50 gramos de dientes de ajo a los que se haya quitado la piel y, una vez machacados en un mortero, se les incorporan 250 cc. de alcohol y se guardan en un frasco durante ocho dÃas, removiéndolo suavemente todos los dÃas. Transcurridos éstos, se cuela con un lienzo, se exprime bien el residuo y se filtran los lÃquidos obtenidos.
Resulta un lÃquido de color ambarino e intenso olor a ajos que debe guardarse bien tapado y en lugar fresco.
La dosis normal es de veinte a treinta gotas disueltas en un poco de agua antes de las comidas. En caso de tomarse añadido a alguna tisana, debe cuidarse que sólo esté tibia.
Cura búlgara de ajo
Es una receta tónica que interesa particularmente a las personas de edad avanzada para regenerar las arterias, o por lo menos impedir el avance de la arteriosclerosis.
Se llenan las tres cuartas partes de una botella con ajo bien machacado y se termina de llenar con alcohol. Se deja macerar durante veinte dÃas y se cuela con un lienzo.
Se inicia tomando el primer dÃa una gota con un poco de agua o tisana antes de cenar; al segundo dÃa se toman dos, y se aumenta una gota cada dÃa hasta llegar a las 25 gotas, en cuyo momento se disminuye una gota diaria para finalizar la cura con sólo una gota. Esta cura deberÃa realizarse cada invierno.
Cocimiento
El cocimiento de ajo preparado con leche y tomado caliente favorece la expectoración y expulsión de los esputos en el asma, la bronquitis e incluso en la tos ferina.
Para ello se prepara triturando un diente de ajo y haciéndolo hervir durante 15 minutos en medio litro de leche; se cuela y se endulza a gusto.
Uso externo
EI ajo bien machacado y puesto entre dos gasas y aplicado como una cataplasma ejerce una acción excitante y resolutiva sobre las úlceras, los tumores escrofulosos, los reumatismos y, además, desprende las verrugas, callos y formaciones córneas. Para ello la cura debe durar de dos a cinco dÃas, y si es necesario se toma un pediluvio caliente y los callos se desprenden fácilmente.
Observaciones
El ajo no debe emplearse en los niños sin consejo facultativo, y tampoco debe administrarse a mujeres lactantes. También está contraindicado cuando se padecen enfermedades de la piel, y debe usarse con moderación en caso de que exista irritación del tubo digestivo.
Como curiosidad añadiré que el ajo es un veneno mortal para los topos, y que introduciendo un diente de ajo en el recto, se produce un estado febril transitorio, supercherÃa ya clásica en los marrulleros que tienen necesidad de fingirse enfermos.