Ruido
Cada vez son más las fuentes de ruido que contaminan el ambiente urbano y rural. Los habitantes de las ciudades deben soportar ruidos intensos procedentes del tránsito vehicular, los trenes, los aviones y las sirenas de patrullas y ambulancias, mientras que las autopistas y la maquinaria agrícola perturban la tradicional tranquilidad del campo. La intensidad de los sonidos se expresa en decibeles (dB): el ruido de una conversación normal en un recinto cerrado es de unos 60 dB, mientras que en una calle transitada puede alcanzar 70 dB.

La progresión de la escala de decibeles no es aritmética, sino logarítmica. Eso significa que por cada aumento de 10 dB, la intensidad del ruido se multiplica por 10; así, un ruido de 40 dB es 10 veces más intenso que uno de 30 dB, y uno de 50 dB es 100 veces más intenso que uno de 30 dB.
En general, se considera que el ruido más intenso que puede tolerar el oído humano sin riesgo es de unos 90 dB. Los ruidos que exceden ese límite producen diversos trastornos que, según la intensidad y el tiempo de exposición, varían desde accesos de irritabilidad y zumbido de oídos hasta una pérdida más o menos grave de la capacidad auditiva. La exposición a un ruido de 93 dB durante cuatro horas, o a uno de 140 dB durante unos segundos, es suficiente para causar daños irreparables al oído.
Algunas fuentes de ruido que exceden el límite de seguridad son los cohetes espaciales (unos 170 dB(, los conciertos de rock (110 dB) y las licuadoras (100 dB). Después de pasar una velada en una discoteca, muchos jóvenes experimentan una sordera temporal, y algunos operadores de taladros neumáticos pueden sufrir una sordera permanente si no se protegen de manera adecuada. Aunque al principio la pérdida suele ser pequeña, el daño es acumulativo: una exposición prolongada o frecuente puede dar lugar a una disminución auditiva cada vez mayor. En el hogar, algunas herramientas eléctricas son igualmente peligrosas, si bien el hecho de que sólo se usen durante lapsos breves reduce el riesgo.
Además de lesiones al oído, los ruidos intensos producen reacciones fisiológicas nocivas, como tensión muscular, taquicardia y respiración acelerada. Una exposición prolongada o frecuente a ellos puede causar cansancio, estrés, hipertensión, dolor de cabeza, ÚLCERAS,TRASTORNOS DEL SUEÑO e incluso TRASTORNOS CARDIACOS.

Qué hacer Una buena medida es reducir el ruido en el hogar mejorando el aislamiento acústico de las habitaciones. Para ese fin son preferibles las puertas de madera maciza y las ventanas de vidrios dobles. Conviene plantar setos y árboles alrededor de la casa para formar una barrera contra el ruido de la calle. Las alfombras, las cortinas y los tapices gruesos, así como las superficies almohadilladas, contribuyen también a absorber el ruido. Es recomendable protegerse los oídos al usar herramientas o aparatos domésticos ruidosos o si se trabaja en un ambiente ruidoso.